En la entraña de la madrugada, escucho el grito del reloj, el mundo en que habito y trabajo, es un círculo, un bloque. Ah, ¿pero cómo transformarlo en un camino de amor, un doble troque?

Pensé, "Soy un pez en un acuario, o tal vez, soy el acuario en mí". Pero desperté, y en el espejo de mi oficina, me vi, y el reflejo, en vez de una máquina, un ser humano asomó por ahí.
Entonces llegó la idea, como un viento repentino, se llamaba Smart Work Design, ese nuevo y valiente camino. "Piensa como un diseñador", susurraba en mi oído, y mi alma despertó, de su sueño largo, dormido.
Busqué en las calles y en las nubes, la curiosidad por bandera, pregunté el "por qué" y el "cómo", fui un niño de primavera. La vida, un lienzo en blanco, una paleta llena de colores, y yo, con pinceles en manos, descubrí nuevos sabores.
Me sumergí en la acción, la parálisis se desvaneció, las ideas y los prototipos, mi día a día transformó. "No soy una máquina", gritaba mi reframe, Soy un ser humano, en busca de un nuevo game.

Colaboré radicalmente, escuché, aprendí, crecí, y el mundo, al verse reflejado en mí, también se descubrió y se rió. La historia la conté, el mundo la escuchó, y cada página que escribía, una nueva vida dibujó.
Como Sabines escribía, de la cotidianidad una poesía, así diseñé mi trabajo, lleno de amor y alegría. Smart Work Design es ahora mi canto, mi melodía, el trabajo ya no es un tormento, sino un nuevo día.
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